Una máquina del tiempo para la Psicología
martes, 29 de abril de 2014
Autoconcepto
Una opinión de Gabriela Armas
La
mayoría de personas encuentran mucho más fácil enfocarse en las cosas negativas
que en las positivas de su vida, incluso me atrevería a decir que es normal que
esto suceda, aunque no debería de ser así, especialmente para nosotros como
futuros psicólogos. Personalmente creo que no podemos ofrecer lo que no
tenemos, por eso si yo no puedo pesar positivamente de mi misma no puedo
pedirle a alguien más que lo haga, por lo que es importante trabajar primero en
mí para poder ayudar a otros. Creo que la razón de que esto suceda es porque
tenemos un muy pobre autoconcepto o autoestima, aunque a algunos les cueste
admitirlo. Necesitamos creer más en nuestras habilidades y cualidades para
forjar un mejor autoconcepto, y de esta manera lograr enfocarnos más en lo
positivo de nuestras vidas.
Neurosis Religiosas
Un artículo de Luis Alberto Guiguí
En el que hacer psicológico terapéutico, una de nuestras principales tareas es acompañar y ayudar a nuestros pacientes para que solventen sus propios problemas. Uno de ellos, sin temor a equivocarme, son las neurosis.
Podríamos definir las neurosis como una afección en el sistema nervioso que provoca consecuencias en el manejo que una persona tiene de sus emociones, lo cual la lleva a desarrollar una patología que le impide crear empatía con el medio.
Según lo definió Freud una conducta normal es aquella que permite que una persona goce de salud mental, es decir que la persona cuenta con una participación consciente y activa en lo que se refiere a aceptación de su realidad, sin acudir a la negación u otros recursos para crearse una realidad que le sea más soportable, y además, este individuo actúa para transformar su vida de forma objetiva y no sólo imaginativa. Una persona neurótica, en cambio, hará uso de la negación para evitar hacer frente a una vida que le duele o que no le agrada.
Es necesario aclarar que existe una doble significancia sobre este concepto: por un lado se lo denomina como un síntoma de distintas alteraciones de la psiquis relacionadas con la ansiedad; por el otro, en el habla coloquial aparece como sinónimo de un cierto estado nervioso o incluso como sinónimo de obsesión.
Una persona que padece neurosis presenta una forma de actuar insana, es incapaz de analizar fríamente su entorno y buscar soluciones, entonces se queda dando vueltas en un círculo y acude a la negación para no aceptar lo que la perturba.
En otras palabras una persona que padece neurosis es, simplemente, una persona que sufre. Alguien que tiene un “dolor emocional excesivo”, con las secuelas conductuales correspondientes. Este dolor puede manifestarse de muchas maneras -ansiedad, depresión, fobias, agresividad, hiperactividad, celos, dependencias, obsesiones, miedos, etc.-, pero, en general, todas ellas pueden remitirse a un origen común.
PRINCIPALES CAUSAS DE NEUROSIS
Según comentan los especialistas, la gran mayoría de neurosis son causadas por la familia, especialmente por los padres, así como por las instituciones que representan autoridad, ya sea en el ámbito moral, académico y sobretodo espiritual. Por ese mismo motivo, la segunda principal causas de neurosis es: La Iglesia.
A las neurosis generadas por la Iglesia son conocidas como: Neuras eclesiogénicas. Este tipo de neurosis está íntimamente ligada con la imagen de Dios que manejamos. No siempre el Dios que nos enseñan en casa, colegio o Iglesia, es la imagen que nos presenta Jesús; sobre todo si esta imagen hace que sintamos una culpabilidad malsana, o neurótica, esta será la primera neurosis que revisaremos. En la Iglesia Católica el sacramento de la reconciliación nos invita a que libremente nos reconozcamos con pecado y arrepentidos busquemos el perdón de Dios. Pero ¿qué pasa cuando vemos pecado en todo? Es allí cuando caemos en la culpabilidad malsana.
Esta culpabilidad está lejos de ser un verdadero arrepentimiento, ya que actuamos más por culpa y por miedo que por verdadero arrepentimiento. Tememos tanto condenarnos que vemos pecado en todo, en pensamientos, sentimientos, acciones. Allí vemos a Dios como un dictador cruel que espera cometamos un error para condenarnos al fuego eterno ¡Cómo si Dios fuera eso!
Otra de las neurosis religiosas es el llamado Síndrome de Urías Este lo pasan todos aquellos que pertenecieron a una congregación o grupo religioso, y por distintas causas se retiran. Nos sentimos desesperadamente desamparados por las comunidades eclesiales que de las que uno razonablemente esperaba apoyo en los momentos de crisis. Si pertenecimos a ese grupo o congregación, al retirarnos, se pierde la pertenencia, por lo tanto se espera que se considere como laico, y no se juzgue como si estuviera dentro.
La última neurosis que revisaremos es el llamado Infantilismo eclesial. Alguna vez ¿hemos tratado de ponernos nuestro traje de primera comunión? Seguramente si lo intentamos no nos quedará. Lo mismo sucede con la fe, muchas veces en la relación con Dios nos vemos como niños que no son capaces de pensar o decidir, como sumisos ante un dios que maneja nuestra vida. En ocasiones somos el “Buen ciudadano” que no responde, es un ser servil, que delante de la autoridad eclesial no responde ¡Hasta la razón le da a lo que le quita la vida! Actúa con miedo y sin libertad.
Hoy a la luz del Concilio Vaticano II hemos ido superando mucho de esto, pero todavía tenemos tareas pendientes, como superar la Misoginia eclesial, que disminuye el papel de la mujer en la Iglesia. A lo cual la teóloga Teresa Forcades dice: “Si las mujeres de la Iglesia se pusieran de acuerdo, esto cambia en 24 horas”. Es hora que no sólo las mujeres, sino los hombres, cambiemos esa imagen de Dios que no nos ayuda, es más nos condena, y lo veamos cómo lo presentó Jesús, como un Padre pero también como una Madre, que no condena, sino acoge, que no rechaza, sino que sale al encuentro del hijo que se fue.
Esta culpabilidad está lejos de ser un verdadero arrepentimiento, ya que actuamos más por culpa y por miedo que por verdadero arrepentimiento. Tememos tanto condenarnos que vemos pecado en todo, en pensamientos, sentimientos, acciones. Allí vemos a Dios como un dictador cruel que espera cometamos un error para condenarnos al fuego eterno ¡Cómo si Dios fuera eso!
Nos quedamos en lo fácil
Para mi todo suceso positivo que ocurra en nuestras vidas requiere de un esfuerzo grande o de un deseo constante de lograrlo, pero como esto muchas veces nos cuesta ya que no nos creemos capaces y por lo tanto ya ni siquiera intentamos pensar en lo que pudiéramos lograr con un poco de esfuerzo, nos acomodamos a lo fácil que es decir no puedo y por lo tanto todo será negativo porque yo no soy capaz y nos resignamos en que todo es malo o negativo y ya no luchamos por convertirlo en positivo.
¿De qué nos sirve la psicología?
En general la psicología sirve para el estudio del comportamiento humano, la interacción que cada individuo tiene con su entorno, los procesos cognitivos y conductuales que presenta a lo largo de su desarrollo, la influencia que recibe una persona y el efecto que produce en ella, al igual que todos los procesos internos ligados al alma y la mente, que son practicamente la esencia de todo ser.
Por otro lado, visto de lo que cada escuela propone tiene diferentes orientaciones, unas netamente orientadas al estudio conductual, otras a todas las cogniciones que percibe, los medios con los que cuenta para aprender y como el ambiente modifica y orienta los mismos, pero ninguna de todas estas pierden el propósito de analizar las causas o motivaciones que impulsan a un individuo a actuar y llevar a cabo todas sus facultades mentales y sociales.
Bandura y el Aprendizaje
Una opinión de Evelyn González
La psicología es una
ciencia muy amplia y nos sirve para una gran variedad de cosas, como por
ejemplo modificar una conducta. Así nos los decían los expositores del
condicionamiento, por ejemplo, con su fórmula de estímulo y respuesta, que al final
de cuentas termina presentando una gran variedad de aspectos que influyen en el
ser humano.
También cabe destacar que
la psicología es muy importante para los procesos de aprendizaje, como lo
mencionaba Bandura en su teoría cognitivo-social del aprendizaje. De esta
manera podemos asegurar que la psicología no es para "curar a los
locos" sino que abarca una gran cantidad de aspectos, que le brindan al
cliente (que no necesariamente está loco) una ayuda a un posible problema que
este enfrentando en su vida cotidiana.
Una reflexión sobre Allport
Una opinión de Gabriela Armas
“Allport llega a reflexionar sobre lo que es realmente el
ser, pues indica que es un ser viviente con necesidades que provienen del
exterior y le son útiles para adaptarse a su medio así como para compartir con
quienes le rodean, lo que se podría llamar colectividad; pero también tiene un
componente interno que es el que define lo que es individualmente; por tanto lo
diferencia del resto de seres con los que comparte un funcionamiento
oportunista, mientras que el funcionamiento propio nos va definiendo y dando la
capacidad para tener una identidad propia”.
“El campo de la psicología es bastante amplio, y como hemos
podido estudiar en algunas de las escuelas de la psicología, se abarca el
comportamiento humano, las formas de pensar (cogniciones), las formas en que
interactuamos con el medio y con las personas, el alma, etc. Y algo que me
encanta de todo esto es que no sólo nos sirve para entender las situaciones de
otras personas, sino la nuestra propia también”.
“Cada una de las corrientes de la psicología se caracteriza
por algo en especial, pero todas al final se podría decir que llegan a lo
mismo... el estudio de la mente, el entendimiento de las conductas, etc. Lo
importante de todo es que nos da un criterio amplio y las bases necesarias para
ejercer como psicólogos. Al conocer los diferentes enfoques podemos extraer lo
más importante de cada uno y llevarlos a la práctica”.
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